Las suaves caricias de mis manos sobre mi piel son actos de amor y compasión hacia mí misma, pequeños rituales de aceptación y reconocimiento.
En el reflejo del vidrio, mis ojos brillan con la promesa de aventuras por venir, de historias aún no contadas.
Las sombras y luces que juegan en mi cuerpo son testigos silenciosos de mi metamorfosis, de mi crecimiento y de la fuerza que he cultivado en mi interior.
Hoy, en el día de mi nacimiento, me redescubro y me reafirmo, sabiendo que el futuro me pertenece y que estoy lista para recibirlo con los brazos abiertos, en armonía con mi verdadero yo.
Ella: Andrea
Fotografía: Julian Rodríguez