Donde los susurros de los árboles tejen la melodía de la naturaleza, emerge una escena de pura libertad y conexión. Una mujer, desnuda como el alba, danza entre los misteriosos senderos, llevando consigo el eco ancestral de sus antepasados. Su falda se convierte en su compañera de juegos, ondeando al ritmo de sus pasos y sus risas. En cada movimiento, en cada gesto, se revela la fuerza y la belleza de su ser, una celebración de su feminidad.
Entre la neblina del bosque la mujer se entrega al éxtasis de la danza, levantando su falda muestra su cuerpo con orgullo, sin temor al juicio ni a la mirada ajena. En cada giro y cada salto, se manifiesta su amor como un tributo a la fortaleza y la belleza que reside en lo más profundo de su ser.
Ella: Piel Canela
Fotografía: Julian Rodríguez