Allí donde el viento escribe mi propia leyenda, me alzo en la montaña, con un cabello que fluye como un torrente de fuego, cuyas ondas se mezclan con la luz del crepúsculo. Mis manos son raíces que se hunden en las rocas, y en mis ojos arde un fuego que ilumina mi camino.
Mi pecho late con un ritmo ancestral, como un tambor que llama a los espíritus de la naturaleza. Y mi cabello, ese río que fluye sin cesar, es el símbolo de mi fuerza y mi libertad.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad. ¡Apóyanos!